El interés compuesto es un proceso financiero mediante el cual los intereses obtenidos durante un período se suman al capital inicial incrementando el mismo para producir nuevos intereses en el siguiente periodo.
Dicho de otra forma, es el interés obtenido gracias a la capitalización de intereses generados anteriormente.
El mejor aliado del interés compuesto es el tiempo.
La experiencia nos demuestra que en periodos de 10 años la renta variable siempre han dado resultados positivos. Cuando en una inversión a largo plazo dejamos que actúe el interés compuesto, por arte de magia ésta crece a ritmo exponencial.
Podemos hacer un símil entre una bola de nieve y el interés compuesto.
Si cae una bola de nieve desde lo alto de una montaña, va haciéndose grande de manera que cuanto más alta sea la montaña, más grande será la bola al llegar al suelo.
Con el cálculo del interés compuesto y los años pasa lo mismo, cuanto más largo sea el periodo de la inversión, más intereses acumularemos que generaran nuevos intereses.
Quizá por esto se dice que Albert Einstein hablaba del Interés compuesto como “la octava maravilla del mundo” y “la fuerza más poderosa del universo”
Fórmula interés compuesto: CF= C1(1+r)”
CF: capital Final
C1: capital Inicial
r: tipo de interés por período
n: número de períodos
Imaginemos una inversión inicial de 10.000€. Sin añadir más capital, utilizamos la fórmula para el cálculo del interés compuesto teniendo en cuenta un interés del 5% anual, y un periodo de 10 años: el resultado es que dentro de 10 años el capital inicial se habrá convertido en 16.288€
Si el período es de 20 años el Capital final resultante es 26.532€
Y si es de 40 años, el capital final será 70.399€.
Veamos ahora otro caso en que no hay inversión inicial, decidimos ir aportando periódicamente una parte de nuestro ahorro, 2.400€ cada año.
El resultado en este caso es el siguiente: En 10 años este ahorro se habrá transformado en 34.096€, en 20 años será 85.726€ y en 40 años se habrá convertido en 306.815€. Invirtiendo sólo 200€ al mes.
Para este ejemplo hemos utilizado un tipo de interés bastante real teniendo en cuenta la historia de los mercados bursátiles. Una cartera bien invertida en renta variable puede dar una rentabilidad media del 5% o más
Como podemos observar en ambos ejemplos el crecimiento es exponencial, y cuantos más años pasan desde la inversión inicial, más elevado es. Por la simple razón que hay más capital generando intereses.